En el nombre del Padre

Un hijo ama y respeta al Padre -o al menos así debería de ser- a sus ojos, su Padre es un ser inmenso, capaz de lograrlo todo. El Padre no solo es cooperador con Dios en el acto de procrear, también es -o debería de ser- imagen viva de Dios, es precisamente esa imagen que los niños captan en sus padres, y es que poseedores de una mirada limpia y profunda pueden penetrar por nuestra imperfección y descubrir la presencia de Dios en nuestros corazones. Es aquí donde nuestros hijos tendrán uno de sus primeros encuentros con Dios. Con esto nada nuevo agregamos o descubrimos pues, al fin de cuentas, el llamado que todos los hombres -Varón y mujer- tenemos y es la de transparentar el rostro de Dios en nuestro ser. Cuando un Padre comete una falta, involucra -quizás sin ser consciente- a toda su familia en ello. Y así como existe una comunión de los santos, también existe una común-unión en el pecado al punto que la infidelidad no solo hacen mella a su entorno, sino que, como onda expansiva afecta a toda la creación. Los hijos sufren por las faltas cometidas por aquel ser al que consideraban intachable, pero no solo se afligen por ello, sino también por el mal ocasionado a terceros. Aquí encontramos un primer quiebre: los hijos sufren pues aman a ese Ser al que llaman padre pero también aborrecen aquello que le es ajeno y que se ha impregnado en ese Ser que tanto aman y que al punto de convertirlo en un no-Ser (un no-padre) . Y es que, el pecado nos hace renunciar aquello que realmente somos. Condena lo malo, pero ama al pecador Llegar a diferenciar que Es de lo que no-Es, es un punto difícil mas aún cuando hay sentimientos encontrados, es por ello que el tiempo, la prudencia y la oración son los mejores aliados. El pasar del tiempo nos permitirá ver con mayor objetividad aquello que hoy nos puede afectar sobremanera. La prudencia en el momento de sacar conclusiones o en el actuar, nos permitirá actuar en justicia sabiendo quiénes somos y en manos de quien ponemos la responsabilidad de impartir justicia. La oración -que sería de nosotros sin ella- nos dará la fortaleza para mantenernos en pie; hará germinar aquella mirada profunda y penetrante que nos permita ver mas allá de esa lepra que es el pecado, solo de esta manera podremos solicitar el auxilio para aquel a quien tanto amamos. El amor siempre nos llevara a buscar la salvación de aquel a quien tanto se ama, pero parte de esta salvación es también corregir el error y asumir las consecuencias de los mismos. Pero, en ocasiones serán los propios hijos quienes tendrán que asumir esa responsabilidad en la tierra. Honraras a tu Padre y a tu Madre El cuarto mandamiento no tiene apartados ni pies de pagina, en ningún momento nos dice; los honraras solo si por sus méritos se hacen dignos de ello, o acaso, solo si son de santidad reconocida. Solo dice los Honraras. Recordemos que estamos llamados a amar con el mismo amor de Cristo. Hay errores ante los que nuestros Padres responderán solo ante Dios, pero ellos no estarán solos en ese momento, pues estaremos intercediendo por ellos para que su corazón sea lo suficientemente humilde en reconocer sus faltas y para aceptar la misericordia de Dios. Es de bien nacidos ser agradecidos Toda autoridad viene de Dios; Pero no puede haber autoridad sin Dios. Hay que ser dignos de la autoridad recibida. Si sus padres no fueron -o no son- así, recen por ellos, ayudenlos a cargar con su cruz. Ahora bien, esto último se manifiesta con mayor intensidad en una paternidad espiritual, si quien nos acerco a Dios -Catequista, Sacerdote, Fundador, Amigo, etc-, cayó en desgracia, no lo abandonemos, oremos con intensidad por el pues la miseria del pecado nos quiere ocultar la belleza de su rostro, arranquemos su alma de las garras del maligno orando y pidiendo fortalezas para que con un corazón arrepentido se acerque a Dios. Oremos aunque aquella persona no se encuentre con nosotros; recordemos que el tiempo solo rige para nosotros; para Dios todo es un eterno presente y las oraciones que hoy presentemos acompañaran a lo largo de su vida o en su lecho de muerte a quien necesitado este de ella. Oremos igualmente por aquellos que pudieron verse afectados por aquellas infidelidades, para que su corazón pueda ser sanado por el único que es capaz de hacerlo: Cristo; solo el cura solo él es capaz de enseñarnos a perdonar a quienes nos ofendieron. El rostro de Dios Como hijos, debemos buscar en todo momento el rostro de Dios y como Padres estamos llamados a traslucirlos. Quien es buen hijo es buen Padre; quien honra a su Padre, Honra a Dios. “Si alguno dice: Amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; pues quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve. " 1 Jn 4,20. La causa de no ver a Dios es no amar al hermano.
Bilbo Meditando

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